

Escritor
Edison Vinueza
Ingeniero comercial (Ecuador).Coach Ejecutivo, Deportivo, de Equipos, Business BUSINESS COACHING SCHOOL-IAC (Chile). Coach de Valores CXV (España). Instructor Certificado FIALSER-MIT (Ecuador).
Miembro acreditado Global Confederation of Coaching (USA). Coach adherido a International Non Directive Coaching Society
Presidente Ejecutivo MASTERKEY, CEO & Founder GROW Asociación Internacional de Liderazgo.
¿El líder nace o se hace?
Desde siempre, la humanidad ha buscado comprender qué hay detrás de quienes inspiran, movilizan y transforman a otros. ¿Es algo con lo que se nace? ¿O se puede aprender? Esta pregunta —aparentemente simple— ha despertado debates en aulas, empresas, familias y comunidades enteras.
El mito del líder nato
A muchos nos han contado historias de grandes personajes que desde niños mostraban “rasgos de liderazgo”. Frases como “siempre supo mandar” o “era distinto al resto” parecen confirmar la idea de que algunos nacen con esa chispa especial que los convierte en líderes.
Es cierto: hay personas que parecen tener habilidades naturales —carisma, decisión, seguridad al hablar— que las hacen destacar. Sin embargo, reducir el liderazgo a un rasgo genético es simplificar demasiado la realidad. Tener talento natural para algo no garantiza resultados; lo que marca la diferencia es lo que se hace con ese talento.
El liderazgo también se cultiva
Todos, en algún momento de la vida, hemos tenido que liderar algo: una idea, un proyecto, una conversación, o incluso nuestra propia vida en momentos difíciles. Y en ese proceso, hemos descubierto que el liderazgo no se trata solo de hablar fuerte o tomar decisiones rápidas, sino de escuchar, aprender, adaptarse, conectar con otros y, sobre todo, crecer desde dentro.
El liderazgo se desarrolla. Se entrena. Se moldea con la experiencia, con los errores, con las caídas. Se aprende observando a otros, leyendo, reflexionando y atreviéndose a actuar aunque no se tenga todo resuelto. Y eso está al alcance de cualquiera.
Las pequeñas decisiones que nos forman
No siempre hace falta un cargo importante para liderar. Muchas veces, el liderazgo se manifiesta en lo cotidiano: en quien anima a su equipo cuando las cosas van mal, en quien decide dar un paso al frente cuando otros dudan, o en quien actúa con integridad cuando nadie está mirando.
Liderar es tener el valor de influir positivamente desde el lugar donde se está, con lo que se tiene.
¿Entonces… nace o se hace?
La respuesta más honesta es: ambas cosas. Algunas personas nacen con cualidades que les facilitan el camino, pero todos tenemos la capacidad de construirnos como líderes. Lo importante no es de dónde venimos, sino qué hacemos con lo que somos.
El liderazgo no es un punto de llegada. Es un camino. Un proceso constante de transformación, tanto personal como colectiva. No se trata de tener todas las respuestas, sino de aprender a hacer las preguntas correctas. No se trata de no fallar, sino de saber levantarse y seguir adelante con humildad.
Conclusión: el líder está en permanente construcción
Cada paso que damos, cada decisión que tomamos, cada vínculo que cultivamos, nos va formando como líderes. No existe un molde único, ni un momento exacto en el que alguien se convierte en “líder”. Más bien, es una construcción que se va dando día a día, en medio de aciertos, desaciertos y aprendizajes.
El verdadero liderazgo no está reservado para unos pocos. Está dentro de todos los que deciden crecer, servir y dejar huella desde donde están. Porque el líder no nace… ni se hace de una vez por todas: el líder se construye, se reconstruye y se transforma continuamente.
Autor: Edison Vinueza
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