GROW, una Asociación de Influencia

Si hay algo fundamental, que un líder nunca debe olvidar es la CONGRUENCIA. Característica muy difícil de sostener, pero imprescindible a la hora de influenciar. Esto es que debe existir una estrecha relación entre lo que decimos, lo que hacemos y lo que mostramos. Aun cuando esta afirmación nos resulta muy obvia, a la hora de llevarla a la práctica, nos resulta muy difícil mantenerla. Considero que, en la actualidad, a través de las redes sociales, han aparecido una cantidad inmensa de gurúes, dueños de la fórmula secreta del liderazgo, charlatanes que utilizaron la incertidumbre que nos dejó la pandemia, para fácilmente pasar el umbral del anonimato y así lograr inflar su ego y en algunos casos también llenar sus billeteras. Afortunadamente, estos vendedores de humo, de la misma forma como rápidamente subieron, con mayor velocidad desaparecieron de la retina de sus seguidores gracias a la confrontación entre sus discursos y sus realidades. Ese momento en el cual tomamos la decisión de seguir creyendo, basados en los discursos o abortar el viaje, basados en los hechos.  

Este mismo proceso de observación sucede a nivel empresarial, los integrantes del equipo están a la expectativa de encontrar esa coherencia, que les permita actuar por convicción y no por imposición. En muchas ocasiones los líderes empresariales utilizan su posición como su principal argumento para mantener un ambiente de cumplimiento, utilizamos el “castigo” como el elemento catalizador del “buen resultado” y probablemente la frase común sea: “Vayan y hagan lo que tienen que hacer”. En este tipo de ambiente definitivamente, nada espectacular sucede, el equipo hará lo ordinario, lo común, su sentido de pertenencia será escaso y ante la primera oportunidad, no dudarán en alzar el vuelo.

“Un líder es alguien que conoce el camino, anda el camino y muestra el camino”

John C. Maxwell

En muchas ocasiones, debemos romper el molde, desaprender aspectos sobre los cuales creemos que funciona el liderazgo y entender que la palabra persuade, pero el ejemplo arrastra. No hay nada más poderoso que un líder mostrándote como se hace. No existe nada más edificante que un Líder que te acompañe y se “ensucie” las manos contigo. No hay mejor aprendizaje, que un Líder desarrolle el componente tácito del conocimiento de sus seguidores y despierte en ellos la creatividad. No hay mejor semilla, que la grandeza, que deposita el Líder en sus seguidores a través de recordarles que fueron creados para el éxito y no para el fracaso.

La influencia, por lo tanto, es un proceso que requiere tiempo y paciencia, no se puede detener, debe convertirse en el escudo de combate de todo Líder. Trabaja en el sistema de creencias de sus seguidores, por lo tanto, la búsqueda de la excelencia debe ser uno de los objetivos a alcanzar. Un líder influyente es empático y muestra un genuino interés por las preocupaciones y necesidades de su equipo. Esto crea un ambiente de respeto y confianza mutua, lo que lleva a una mayor cohesión y colaboración dentro del equipo.

Los líderes influyentes a menudo demuestran un profundo entendimiento de las necesidades y aspiraciones de su equipo, lo que les permite presentar visiones convincentes y estrategias que resuenan con las motivaciones individuales y colectivas. Asimismo, la influencia no se basa en manipular o controlar, sino en empoderar a los demás, fomentando un sentido de pertenencia y propósito en el grupo.